viernes, 13 de septiembre de 2013

De los reflejos

A menudo se dice que los reflejos se dirigen siempre hacia el observador. Supongo que esto hace que una vez oyera incluso a un profesor decirle a un alumno que hiciera la parte más cercana del reflejo más ancha. Como si fuera una sombra, con la que los reflejos no tienen nada que ver. El alumno podría entonces crear una imagen como esta, con los reflejos dirigiéndose hacia el punto de vista del observador y aumentando de anchura conforme se acercan.

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Eso me hizo pensar en escribir una entrada sobre los reflejos, de nuevo esperando que le sirva de algo a algún amigo.

Vamos a ver primero lo relativo a la anchura del reflejo. Luego veremos la dirección, que aun siendo error igual de grave se presta a algún matiz digno de tratar.

La anchura del extremo del reflejo es igual, de hecho menor, que la anchura del mismo extremo del objeto. Veamos la siguiente figura:

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Aunque el reflejo se forma en la superficie, en el punto C que está siempre entre el observador y el objeto (este es seguramente el origen de la primera confusión citada), la luz nos llega al ojo con el ángulo I de incidencia igual al R de reflexión, como si lo que vemos estuviera en realidad en B. La distancia al ojo B-O es mayor que A-O, por tanto veremos el extremo B, en todo caso, algo más pequeño que A. Este efecto será tanto mayor cuanto mayor sea la elevación del ojo con relación a la distancia, como vemos en la siguiente fotografía:

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En esta foto además de ver cómo los reflejos parecen penetrar en un espacio inexistente bajo el espejo (como el punto B de la figura 2), vemos cómo ambos reflejos parecen converger hacia el observador. Es importante destacar ahora que esta convergencia no tiene nada que ver con el error de la figura 1. En la foto los reflejos son perfecta continuación de las clavijas, sin embargo en la figura 1 los reflejos no siguen la dirección de los postes (bastaría con haber evaluado bien la inclinación de una línea, como decíamos en el capítulo 1 del curso, para haber evitado este error). Si ambos, clavijas y sus reflejos, convergen, lo hacen por la vista picada, es decir, interviene el tercer punto de fuga de la perspectiva lineal al no ser la línea de visión próxima a la horizontal. O dicho de otra manera, la altura del ojo es considerable en relación a la distancia a los objetos.

Sin ese efecto el reflejo de un objeto en una superficie plana horizontal está siempre en la vertical del objeto. En la siguiente figura vemos cómo se representa la imagen de acuerdo a las convenciones de la perspectiva lineal.

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Hay que hacer notar que el ojo, el punto de vista, se ha representado en la línea de horizonte por convención. Obviamente el punto de vista, o más bien la línea de visión, sólo coincide con el plano horizontal en el horizonte. En la posición del observador el punto de vista tiene que tener alguna elevación sobre el plano para que pueda existir algún reflejo, de lo contrario el ángulo de reflexión sería 0 y no habría reflejos. Por ejemplo con el ojo justo en la superficie del agua.

Por lo tanto, una vez eliminados los dos errores principales la imagen sería:

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Ahora, ya que estamos con los reflejos, vamos a ver un par de aspectos más.
Hemos visto que una imagen con reflejos en una superficie horizontal más o menos reflectante, tal como la superficie del agua, es siempre una vista picada. Aunque en general podamos olvidarnos del tercer punto de fuga de la vista picada, porque la elevación del punto de vista es pequeña en relación a la distancia, hay algunas consecuencias de esa elevación sobre el plano que sí conviene tener en consideración.

Con los postes verticales la longitud del reflejo es igual a la del objeto. Sin embargo, si un poste estuviera inclinado de forma que su extremo superior se alejara del observador, el reflejo sería más corto que el poste, como se indica en la figura 6.

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Lo contrario ocurre si el poste se inclina hacia el observador.

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Como se indica en la figura, el efecto es mayor cuanto mayor es el ángulo de incidencia, o lo que es lo mismo cuando disminuye la distancia.

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Otra forma de expresarlo es que el reflejo se representa como si miráramos al objeto desde el lugar de reflexión (punto C de la figura 2).
En la imagen, si el montículo de la derecha es relativamente cercano, a no ser que fuera un acantilado vertical su reflejo sería algo menor que el propio montículo. En el promontorio de la izquierda, suponiéndolo más lejano, apenas se apreciaría.

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Por último, una superficie casi cien por cien reflectante, como un espejo, no tiene color propio, ni se producen en ella sombras, pero si la superficie refleja la luz sólo parcialmente se pueden producir sombras y dicha superficie tiene un color local, ambas cosas tanto más visibles cuanto menor sea el índice de reflexión.

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En la foto el espejo empañado ya no refleja la luz más que parcialmente. Podemos apreciar que los reflejos son mucho menos nítidos y que aparecen las sombras. En las sombras podemos ver que el extremo más cercano sí es más ancho que en la base, y que las sombras forman un ángulo con las clavijas. No obstante, las sombras convergen hacia la proyección del punto de luz y no hacia el observador.

Si nos fijamos en la parte de los reflejos que no están en sombra, vemos que son mucho más claros que las propias clavijas (el de la derecha incluso difícil de ver, como ocurre por ejemplo en el agua turbia a la luz). Esto me sirve para enunciar una regla que a menudo se olvida: un reflejo no puede ser más oscuro que el color local de la superficie donde aparece. Observando la imagen 10 sería difícil sostener que un reflejo es siempre más oscuro que el objeto reflejado, como he leído más de una vez. Aunque sea el reflejo de un objeto oscuro, al contrario que una sombra el reflejo no puede restar luz a lo que vemos. Por otro lado, el color del reflejo será una mezcla del color del objeto reflejado y el color local de la superficie en la que se refleja. Otra cuestión es saber cuál es el color local de una superficie parcialmente reflectante, que reconozco que no es nada fácil1.

La imagen final resultante de todo lo dicho sería:

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Una cosa más. ¿Por qué en una superficie rizada no se ven los reflejos?

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 La luz que llegaba reflejada desde los objetos tiene que seguir llegando, lo que ocurre es que en una superficie rizada esa luz se confunde con la que llega reflejada de todas direcciones.

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Como el porcentaje de luz reflejada que llega a O desde los objetos es muy pequeña comparada con la que llega de todas las demás direcciones, no distinguimos el reflejo.


1) Ya que, por definición, el color local de la superficie sería el color que tendría en ausencia de reflejos, si tenemos la suerte de contar con un objeto negro reflejado, ese será el color local. No siempre, o casi nunca, tendremos un objeto suficientemente oscuro, por lo que la mayoría de las veces el color local sólo se podrá estimar. Por eso, una aproximación razonable sería que los colores oscuros se reflejan algo más claros y los colores claros, algo más oscuros.