domingo, 24 de febrero de 2019

Ideas de aquí y de allá

Iba a llamar a esto un diario, pero si fuera capaz de hacer algo diariamente, pintaría mucho mejor. Sólo serán, como dice el título, unas ideas de aquí y de allá.

El lenguaje de la pintura

El lenguaje de la pintura

Hace poco, sentado en la terraza de un bar, oía cómo una chica trataba de explicarle, con entusiasmo, a una amiga su nuevo trabajo que consistía en el desarrollo de algoritmos de aprendizaje para robots, o lo que solemos llamar inteligencia artificial.

¿Una máquina que se comporta de forma inteligente se puede llamar inteligente? Un debate interesante cuando de verdad se plantee la duda. Muchas veces, ahora, oímos llamar inteligente a cosas que, como mucho, deberíamos llamar automáticas. Una plancha para el pelo “inteligente” que se apaga antes de quemártelo debería llamarse simplemente plancha para el pelo automática, o mejor aún, plancha para el pelo.

Por mi interés en los ordenadores, antes profesional y todavía personal, llevaba un tiempo pensando en un sistema teórico de análisis semántico automático, basado en un árbol de palabras clave que representen conceptos lo más amplios posible, que después fueran concretándose. Por ejemplo, entre entrar y salir, comer sería claramente entrar. Respirar, no estaría tan claro: habría que considerar, por ejemplo, si inspirar es más cercano a la esencia de la función de la respiración que expirar.

En fin, que estaba casi involuntariamente atento a la conversación de las chicas por si surgía algo relacionado con esa idea, cuando me dí cuenta de las similitudes con el lenguaje de la pintura.

Cuando pintamos, lo que hacemos es crear símbolos, “palabras clave” que nos sirvan para expresar nuestra percepción de la realidad, esperando que sean suficientemente claros para el observador. De las primeras declaraciones, generalmente sólo unas manchas, vamos refinando los conceptos hasta que creemos que estamos suficientemente cerca de lo que queríamos expresar, y paramos, por temor a que lo que podamos añadir enturbie más que aclare el mensaje, o por nuestra incapacidad para expresarlo mejor. Esa selección de elementos clave con los que trasmitir una idea es el lenguaje de la pintura.

Cada pintor repite la tarea de inventar un lenguaje. De ahí que, aunque partan de la misma escena o imagen de referencia, las obras de diez pintores, aficionados o profesionales, sean diez obras completamente diferentes. Cada pintor ha creado símbolos diferentes.