Hace poco, sentado en la terraza de un
bar, oía cómo una chica trataba de explicarle, con entusiasmo, a
una amiga su nuevo trabajo que consistía en el desarrollo de
algoritmos de aprendizaje para robots, o lo que solemos llamar
inteligencia artificial.
¿Una máquina que se comporta de forma
inteligente se puede llamar inteligente? Un debate interesante cuando
de verdad se plantee la duda. Muchas veces, ahora, oímos llamar
inteligente a cosas que, como mucho, deberíamos llamar automáticas.
Una plancha para el pelo “inteligente” que se apaga antes de
quemártelo debería llamarse simplemente plancha para el pelo
automática, o mejor aún, plancha para el pelo.
Por mi interés en los ordenadores,
antes profesional y todavía personal, llevaba un tiempo pensando en
un sistema teórico de análisis semántico automático, basado en un
árbol de palabras clave que representen conceptos lo más amplios
posible, que después fueran concretándose. Por ejemplo, entre
entrar y salir, comer sería claramente entrar. Respirar, no estaría
tan claro: habría que considerar, por ejemplo, si inspirar es más
cercano a la esencia de la función de la respiración que expirar.
En fin, que estaba casi
involuntariamente atento a la conversación de las chicas por si surgía algo relacionado con esa idea, cuando me
dí cuenta de las similitudes con el lenguaje de la pintura.
Cuando pintamos, lo que hacemos es
crear símbolos, “palabras clave” que nos sirvan para expresar
nuestra percepción de la realidad, esperando que sean
suficientemente claros para el observador. De las primeras
declaraciones, generalmente sólo unas manchas, vamos refinando los
conceptos hasta que creemos que estamos suficientemente cerca de lo
que queríamos expresar, y paramos, por temor a que lo que podamos
añadir enturbie más que aclare el mensaje, o por nuestra
incapacidad para expresarlo mejor. Esa selección de elementos clave con los que trasmitir una idea es el lenguaje de la pintura.
Cada pintor repite la tarea de inventar
un lenguaje. De ahí que, aunque partan de la misma escena o imagen
de referencia, las obras de diez pintores, aficionados o
profesionales, sean diez obras completamente diferentes. Cada pintor
ha creado símbolos diferentes.
Que buen articulo, soy aficionado a la historia de las artes y deseo iniciar mi preparación en este mundo con este fp en artes aplicadas al muro, y así aprender a mas de este mundo que siento que es lo mio.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario.
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