En una ocasión, en un taller de mi Asociación de Mayores Acuarelistas, comentaba a los asistentes que estaba convencido de que una de las condiciones para conseguir un buen retrato es querer a las personas.
Me ha alegrado encontrar una cita de Elyzabeth Peyton en la que dice:
"De verdad quiero a las personas que pinto. Creo en ellas. Me hace feliz que estén en el mundo."
"I really love the people I paint. I believe in them, I’m happy they’re in the world."
Y confiesa no ser muy buena pintando a gente por la que no siente nada. Las "pinturas de gente", como ella llama a sus cuadros, se venden por cientos de miles de dólares. No son cuadros grandes, y el parecido no es casi nunca lo más importante.
Puedes ver su retrato de Pete Doherty en mis listas de 1artista1obra. Es un ejemplo del carácter a menudo andrógino de sus imágenes... y también de lo que un artista parece poder ver en otros.
Yo siempre he pensado que las personas que son capaces de comprender a los demás, que son sensibles a sus reacciones, a sus estados de ánimo, que saben detectar cuándo otras personas están incómodas, molestas, desconcertadas, avergonzadas, tristes o, por el contario, alegres, cómodas, acogedoras, satisfechas, pueden ser buenos retratistas, y los que no, pues no. Creo que es porque los mismos mecanismos que nos hacen detectar los miles de micro movimientos de la cara y el cuerpo de las personas con las que nos relacionamos, son los que nos permiten hacer esa marca en el retrato que representa la expresión que queremos captar. Sensibilidad, cierto, pero también bastante técnico.
Está claro que Elyzabeth Peyton va mucho más allá. Creo que cuando ella habla de amor quiere decir lo que dice. Por eso también sus obras van mucho más allá de las mías.