domingo, 1 de abril de 2012

9 - Concepto

Es imposible pintar “una” manzana, o si lo hacemos eso no será un cuadro, o como mucho, será una mierda de cuadro (no sé si parece que lo haya dicho con suficiente claridad).

Si pintamos una manzana tenemos que saber por qué pintamos esa manzana. Puede ser que nos recuerde la primera vez que nos fijamos de verdad en los colores de una manzana en la mesa de la cocina de nuestra abuela, con sus estrías rojas y amarillas y aquella mancha verde, o la manzana que nos encontramos en una habitación de hotel, solos un domingo por la tarde, lejos de casa. Entonces pintamos “esa” manzana. Sin darnos cuenta, nuestro sentimiento nos guía y con un poco de suerte transmitimos ese sentimiento a la pintura y a quien la mira. Entonces hemos pintado un cuadro y con más suerte aún, una obra de arte.

No tiene por qué ser un recuerdo. Puedes pintar un paisaje o unas flores que no has visto nunca, y algo te mueve a pintarlas pero antes de empezar deberás tomarte el tiempo necesario para identificar qué es ese algo. Siempre hay algo. Y es algo personal; a otro pintor es posible que no le atraiga en absoluto, a otra persona, es posible que no le atraiga en absoluto. Puede ser un único pétalo en una única flor que te parece que tiene una forma especial y una luz especial. Entonces sabes lo que vas a pintar, lo que quieres pintar, y estás más cerca de conseguirlo. Y si lo consigues puede que la persona a la que no le atraía en absoluto lo vea, y le atraiga, que tú se lo hayas hecho ver, que tú le hayas comunicado tu atracción. Esa comunicación es el lenguaje y el sentido de la pintura.

Otras veces querremos comunicar alegría, soledad, angustia, fuerza, preocupación, vitalidad… En ese caso lo normal es que ya sepamos que la imagen que tenemos en la cabeza debe comunicar eso y creemos que podría hacerlo. Y por lo tanto ya tenemos claro por qué queremos pintar esa imagen. El peligro entonces es trabajar en nuestro cuadro alegre un día que estamos deprimidos, o en nuestro cuadro solitario rodeados por nuestro jovial grupo de pintura de los martes… No funciona.

Es fácil pensar que todo esto no es imprescindible, que poca diferencia puede hacer en el resultado final de la obra. Sin embargo es bastante difícil transmitir una emoción cuando sabemos qué emoción queremos transmitir como para pensar que vamos a conseguir comunicar una emoción sin saber ni siquiera cuál es.

¿Puede alguien pensar que Hopper pintara Night-Hawks sin haber estado nunca en ese lugar, a esas horas y sin saber exactamente qué quería comunicar?


Lo único que hay que hacer es, simplemente, no saltarse este paso.


Siguiente lección: Estilo

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