Un cuadro es una serie de figuras, siluetas, áreas de colores puestas unas al lado de otras. La forma de esas siluetas y la forma, la manera, en que las situamos en relación a las demás es el diseño, la composición del cuadro. El influyente crítico Clement Greemberg defendía hasta la obsesión que el cuadro no debía ser más que eso, un objeto plano válido en sí mismo por su diseño, renunciando a cualquier ilusión de profundidad o más aún, esforzándose en eliminar cualquier artificio que alejara al cuadro de sus dos dimensiones intrínsecas.
Es un punto muy difícil de enseñar porque no se conoce exactamente el porqué un determinado diseño nos gusta, o gusta a la mayoría, y por qué otro resulta feo o menos armonioso.
Por eso no hay reglas. Hay muchas, pero estoy seguro de que ninguna sirve por sí sola para asegurar una buena composición. Y todas juntas apenas consiguen evitar algunos errores básicos.
Hay una forma de aprender a hacer una buena composición: dibujar. En el punto 1 dije que dibujar es importante incluso en el informalismo. Y así es, porque dibujar es la única manera de aprender de verdad cómo hacer una buena composición. El simple hecho de trazar una línea en un papel divide la superficie en dos partes y al hacerlo decidimos, incluso sin querer, si nos gusta o no, si está bien situada, si la línea en sí es armoniosa para nosotros o no, si necesita otra en otro lugar. Y así, trazo a trazo llenamos el papel de formas que, independientemente de que representen algo o no, forman un diseño, áreas diferentes situadas en relación a las demás y a los bordes del papel que no podemos evitar que reflejen nuestro gusto, nuestra habilidad para la composición, y ese gusto se va haciendo cada vez más exigente hasta el punto que llega un momento en que trazamos una línea más allí o una mancha allá sin saber exactamente por qué, pero con la total seguridad de que allí debe estar la línea o allá la mancha.
En el punto anterior decía que no es bueno que en un cuadro haya indefiniciones. Parece comprobado que a nuestro sistema de visión, probablemente por el proceso cerebral de reconocimiento de formas, le incomodan esas indefiniciones.
El cuadrado y el rectángulo de la derecha resultan armoniosos, pero el rectángulo central, que podría ser un cuadrado imperfecto, se acepta con más dificultad.
Lo mismo podríamos decir de la armonía del color, no sólo de las formas. Si aclaramos u oscurecemos los cuadrados rojos de manera que no lleguen a alcanzar otro estado “estable” la mente no sabe si debe ver un color diferente o no y, aunque los colores en sí puedan ser atractivos, forman una pareja incómoda con los cuadrados rojos originales. Cuando seguimos aclarando u oscureciendo hasta tener un claro color rosa o marrón, vuelve la calma.
Y aquí podría terminar este punto. A pesar de lo impreciso que parece, en ningún otro punto estoy más seguro de lo que hay que hacer que en este. Dibuja.
No obstante, es verdad que a muchos les gustaría conocer cuáles son esas reglas que pueden acortarle lo que parece una forma demasiado larga de aprender. Hay muchos textos en los que encontrar esas reglas. Por una vez voy a añadir algunas cosas pero aún así tratando de reducirlas al mínimo.
Si tengo que escoger una regla para la composición, sería: no hagas ningún intervalo igual a otro.
En esa simple regla se basan muchas otras como la muy conocida que aconseja no poner el foco de interés en el centro del cuadro, o no situar el horizonte de manera que divida el cuadro por la mitad. Antes de decir lo que voy a decir en el párrafo siguiente quiero dejar claro que me parece una regla muy respetable. Y la respeto, por eso la he añadido a lo que tendría que haber sido un único consejo en este punto.
Este cuadro lo pinté precisamente con el horizonte en la mitad y la forma aparentemente más relevante en medio. Sin embargo la composición es correcta (si lo digo es porque sé que no soy yo solo quien lo considera así). La razón es que la fuerte curva constituye el equilibrio perfecto para la cruz estática que forman el horizonte y el lado en sombra del ciprés. Quiero decir con esto que no hay regla absoluta en lo que a diseño se refiere.
Una de las reglas más repetidas aconseja poner el centro de interés en un punto definido por la sección áurea _una forma de dividir una línea de manera que la relación entre el segmento menor y el mayor sea igual a la del segmento mayor y el total_. No deja de ser un caso más de intervalos desiguales. Y de todas formas no vas a hacer todos tus cuadros con las mismas pautas. Sólo eso ya debería indicarnos que no puedes esperar que esas pautas te garanticen siempre buenos diseños.
Más interesante puede ser que esos intervalos desiguales pueden aplicarse a otros aspectos menos obvios de la pintura. Por ejemplo, el reparto de las áreas de valor en el cuadro. Con la salvedad, repito, de que no hay regla absoluta, es conveniente que ese reparto siga uno de los cuatro esquemas siguientes:
1 - Negro, gris claro y gris oscuro sobre blanco; 2 - Gris claro, gris oscuro y blanco sobre negro; 3 - Gris oscuro, blanco y negro sobre gris claro; 4 - Blanco, negro y gris claro sobre gris oscuro.
En esos esquemas blanco significa las zonas más claras del cuadro, negro, las zonas más oscuras, gris oscuro todos los tonos medios oscuros y gris claro todos los tonos medios claros. Y el consejo es que uno de ellos debe prevalecer, con los otros tres ocupando áreas de distinto tamaño1. De nuevo la regla de los intervalos desiguales.
De la misma manera podemos aconsejar que los colores cálidos prevalezcan sobre los fríos, o al revés, pero que no ocupen áreas iguales, que pongamos elementos impares, por ejemplo, tres o cinco árboles en lugar de dos o cuatro, de nuevo para que el ojo no pueda agruparlos en dos y dos o uno y uno sino uno y dos o dos y tres.
Si soy culpable de haber despertado la curiosidad hablando de reglas, prometo poner aparte una lista de todas las reglas sobre composición de las que tengo noticia. Pero el haber hecho una digresión con una de esas reglas no quiero que nos aparte de lo esencial.
Este es un magnífico diseño de Jeanne Dobie. Si cogemos una de las formas, la del camino, vemos que es perfecta. Podría haber sido como la de la derecha y todo el cuadro hubiera sido sensiblemente peor. No puedo saber si estás de acuerdo conmigo o no, pero si lo estás también lo estarás en que no hay regla posible que te diga que la imagen central está bien y la de la derecha mal. Ni pauta que puedas seguir para diseñar una forma y no la otra. Sólo hay una manera: dibujar.
1) Intervalos desiguales. Es lo único que representan los cuadrados.
Por supuesto, no tienen que ser cuadrados, ni estar en esas posiciones, sólo indican la suma de áreas en el cuadro que tienen un determinado valor.